Este cuento es continuación de El Oni Rojo de Martes de Cuento.
En Isla Imaginada, muchos se preguntan qué será del oni azul y por qué no regresaba para llegar a otro acuerdo con el oni rojo y llevarse todos bien con los habitantes del pueblo.
Como yo también soy azul, me dije que tal vez a mí me lo podría contar. Así que comencé uno de mis viajes con destino desconocido, pero sabiendo para qué iba.
Obviamente, lo primero que hice fue ponerme en contacto con el oni rojo para que me pusiera al día y si había alguna novedad sobre su amigo.
– Nada -me dijo-. Todo sigue igual que en el cuento de Martes.
– ¿Tienes alguna idea de dónde podría estar? -le pregunté.
– No -me contestó-. Pero sus huellas se dirigían hacia el norte cuando visité su guarida al poco de irse. Pero yo soporto muy mal el frío.
– Bien, iré yo -para eso de los viajes, soy muy mío.
– Entonces, te vendrá bien este trozo de piel de Rata de Fuego. Para mí, es un trozo muy pequeño; pero tú puedes hacerte una buena capa con ella.
Nos despedimos con el compromiso de volver a contarle algo en caso de que diera con su amigo y me dirigí a la última morada conocida del oni azul.
Todavía quedaban algunos restos de las huellas que se dirigían al norte porque como los onis son tan pesados, sus huellas tardan mucho tiempo en desaparecer.
Preguntando por aquí y allá, la poca gente que sabía algo de él me comentaban algo de un oni azul dirigiéndose siempre al norte.
Anda que te andarás, llegué hasta la costa norte de Japón y si no hubiera sido por la capa del piel de Rata de Fuego, puede que no te hubiera podido contar todo esto porque el frío era realmente congelador.
Tardé algunos días en encontrar alguien a quien preguntar y tuve la suerte de dar con un pescador que conocía el paradero del oni azul.
Me dirigí a su nueva morada y, cuando le encontré, se alegró mucho de que su amigo, el oni rojo, se siguiera llevando bien con los habitantes del pueblo.
– Y tú, ¿qué tal? -le pregunté.
– Pues bien. Aquí hay pesca abundante por lo que no paso necesidades.
– ¿Y cómo te llevas con los vecinos?
– Estupendamente. Aquí hace tanto frío que todo el mundo tiene la cara azulada. Así que, cuando me ven, me confunden con uno de ellos y el trato es agradable.
Cuando me despedí de él, me imaginaba ya la alegría del oni rojo cuando supiera que su amigo había encontrado un lugar donde vivía feliz.
Dicen que donde se está bien, hay que estar buen rato… y donde fueras, haz lo que vieras… Nada mejor que eso para que te acojan con agrado, amén de que ya de por sí desees integrarte.
Me gusta el demonio este 🙂
Besos.
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Qamar, eso es cierto. Hay gente que cae bien todas partes y hay gente que no cae bien en ninguna.
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😀 😀 ¡me ha gustado mucho! Lo del detalle de la cara azul me ha encantado. Me alegra saber que se encuentra bien 🙂
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Martes, ya sabes que la compañía hace maravillas.
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😉 Sin duda.
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Al menos en verano podrán visitarse…
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Óscar, también podríamos enviarles unos pasajes para Isla Imaginada. Creo que se lo pasarían muy bien porque sus habitantes solemos ser amables con todo el mundo.
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