Después de visitar el ratoncito la casita de Garrampas, la suya le parecía aún más pequeña. Tenía una sola puerta, una sola ventana y una sola habitación; algunas discretas cortinas separaban algunos espacios.

Imagen de la Red
Lo único que tenía de excepcional la casa era un ordenador que Digitalín le había traído de parte de los elfos. En realidad, no era un ordenador como tal porque no se podían fabricar del tamaño de los ratones. Habían adaptado un teléfono móvil de última generación y le había inyectado digitalina. A pesar de lo rústico del apaño, funcionaba perfectamente.
El ordenador -le llamaremos así- tenía dos posiciones básicas: horizontal cuando lo utilizaba para escribir y vertical cuando lo utilizaba para ver noticias, debates y películas.
Te podrías creer que sería un problema para él teclear los textos por la diferencia de tamaño. Nada más lejos de la realidad; se ponía encima del teclado y tecleaba con las cuatro patas, como si bailase; para el espaciador, utilizaba el rabito. De esta forma, cuando tecleaba, hacía también ejercicio. Y eso hacía que siempre estuviera en buena forma.
El ratoncito era el cuentista más conocido de su barrio porque tenía nociones de SEO local que había aplicado a su blog de cuentos. De forma que, a cualquier turista que pasase por aquel barrio y buscase cuento o cuentista, lo primero que le aparecía era su blog y su casita.
Aunque, para él, ser conocido en Isla Imaginada era su mayor satisfacción. Para ir allí no necesitaba ninguna URL. Le era suficiente con cerrar los ojos muy fuerte, luego flojo y aparecía ante él la fabulosa isla con sus fabulosos habitantes.
Y esta era también la forma habitual con la que se comunicaba con Garrampas. Le bastaba cerrar los ojos, recordar sus besos, con calambres o sin ellos, y ya se sentía a su lado. Un día, de repente, sin saber cómo, apareció la colección de Garrampas en la columna lateral de su blog.
Y es que al final, las almas se conectan sin más… Garrampas y Jerby es lo que tienen. Ella es de cuentos de hadas a su manera, y él es muy digital pero se entienden a la perfección.
Qamar besis,
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Mag, Qamar, resulta que, con la digitalina, un móvil normal se convierte en un móvil cuántico. Pero no he querido liar mucho este cuento. Tal vez, lo haga en otro de la colección.
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Me gusta la casa del ratón y, sobre todo, me gusta ese ordenador (llamémoslo así) que puede trabajar en dos posiciones y «come» digitalina.
Me alucina ver el modo que tiene Isla Imaginada de hacerse enorme con unas pocas palabras 😉
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Martes, decía Darío Fo que su espectáculo dependía de la imaginación de su público. Por eso, cuando su público tenía poca imaginación, su espectáculo era muy pobre.
Y algo de eso, les pasa a los cuentos de este blog. Quien no ha estado en Isla Imaginada, puede que no entienda algunos de ellos.
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😀 😀 😀 😀 Ya sabes, Jerby, que a los adultos se les ha de explicar todo, y eso es muy cansado…
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