Las lunas también enferman.
Ratoner notaba que su musa, la lunita Qamar, se encontraba cada día peor.
– ¿Qué te pasa, Qamar? -le preguntó un día.
– No lo sé, Ratoner -le contesto-. He ido a visitar al doctor Júpiter y tampoco me encontró nada. Y eso que me tomó la temperatura y me hizo muchas pruebas.

Imagen de la Red
Siguieron charlando para ver si podían dar con el origen de su mal, pero fue en vano. Al acabar la charla, Ratoner se fue muy preocupado aunque no se atrevió a decirle a su lunita que estaba hasta perdiendo su precioso color azul.
A la mañana siguiente, Ratoner se fue a visitar a Ratonet para ver si se podría encontrar en su ordenador cuántico alguna referencia de las enfermedades lunares y cómo curarlas.
Estuvieron buscando horas y horas por las más diversas referencias y no encontraron nada sobre las enfermedades de las lunas.
Pasaron unos días más y el ratoncito azul quedó con su musa para contarle el triste resultado de su búsqueda por las redes cuánticas.
– Creo que me pasa algo de eso -le confesó Qamar-… os veo a los ratoncitos azules charlando, organizando cosas, repartiendo el trabajo… Y yo cambio cada noche de forma, tamaño y hasta de color… Hay noches que no sé ni quien soy.
Esta vez, Ratoner sí que se despidió realmente preocupado. No tenía la menor idea de cómo ayudar a su musa. Apenas pudo dormir por la noche y no tenía ni fuerzas para levantarse. Una tremenda lluvia matutina tampoco ayudaba mucho a levantarle el ánimo.
Y de pronto, ocurrió. Se acabó la lluvia y apareció un arcoiris doble. Se sentía culpable por estar alegre con aquella visión cuando su lunita se encontraba tan mal y, entonces, lo comprendió.
Cerró los ojos muy fuerte, muy fuerte, pensó en su musa y al rato apareció.
– No te sientas mal -le sonrió Ratoner- porque en las diferencias, en los cambios, está la belleza.
La cara de Qamar se iluminó y comenzó a retomar su tono azul. Puede que nunca llegara a saber quien era realmente, pero ahora sabía que siempre sería bella para su ratoncito.
¡Qué bonito cuento! 🙂 Es difícil comprender siempre a los demás, pero después de la lluvia siempre nos ilumina el arco íris.
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Hola Martes
La lluvia y el arcoiris siempre van unidos; uno después de la otra. Conviene no olvidarlo cuando tengamos problemas.
Besos
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Pero qué cosa más tierna, más preciosa y más todo, Ratoner mío.
Al final, el gesto más sencillo siempre es el más agradecido. Siempre sale el sol, siempre tras la lluvia, el arcoiris… y así van llegando fases como las de la luna… que siempre es única se vista cómo se vista.
¿Y qué decir de Ratoner? Es todo corazón.
Un beso enorme y me ha encantado este cuento tuyo.
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Querida Qamar
Ahora ya sabes que nunca, nunca te puedes poner enferma.
Besitos
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