Lo mejor de un viaje es contarlo.
Este cuento viene de AQUÍ.
El caso es que, entre unas cosas y otras, el ratoncito no empezaba nunca su viaje fuera de Isla Imaginada. Si es tan divertido preparar un viaje como realizarlo y lo mejor de un viaje es contarlo, ¿había necesidad de pasar fatigas y sufrimientos?
Por ejemplo, pensó en un viaje en bici por tierras desconocidas.

Imagen de la Red
Aprender los conocimiento para desmontar y montar una bici, distribuir el peso de los bultos del viaje de forma equilibrada, llevar lo suficiente para sobrevivir en espacios deshabitados y muchas, muchas más cosas que aparecían en su agenda de viajes cada vez que ponía una nueva etiqueta.
Así que pensó en viajar solo con la imaginación. Es cierto que su agenda de viajes le ofrecía muchos datos, pero no era tan fácil organizarlos; tenía que encontrar una clave para poder comparar unos con otros.
Después de darle muchas vueltas al asunto, añadió una nueva etiqueta a la agenda: vagabundo.
Entonces sí empezaron a cuadrar los viajes. Aparecieron albergues donde podías dormir a cambio de colaborar unas horas en su huerto comunitario, numerosas formas de intercambio de servicios y algunos consejos sobre cómo viajar mejor con menos.
A partir de estos nuevos datos, pudo organizar rutas por casi todos los países. Aunque lógicamente no podía ir a todos los sitios donde el coste económico fuera elevado.
Pero con unas rutas básicas era más que suficiente para él. Eso sí, tenía que buscarse un oficio porque no podía poner vagabundo en sus presentaciones. Tendría que ser un oficio que no necesitase muchas herramientas y las pocas que necesitase tenían que caber en su móvil de viajes.
Dale que te pego a la cabeza, encontró un oficio muy útil para estos menesteres: cuentacuentos.
Pero tenía que hacer algunas prácticas antes de empezar el viaje, así que organizó algunas sesiones de cuentacuentos en Isla Imaginada.