El Globo Dorado | Misterio

Toda la familia Foster se había reunido para escuchar el testamento de su patriarca cuyos antepasados habían ido amasando poco a poco una pequeña fortuna fruto del cuidado de bosques y cotos de caza de nobles y altos cargos eclesiásticos de la región.

Su fama llegó a tal grado que muchos nobles de regiones limítrofes también encargaban a la familia Foster el cuidado de sus bosques por lo que la cantidad a heredar se suponía bastante cuantiosa.

No es que Thomas Foster ––que así se llamaba el patriarca–– fuera una persona especialmente religiosa pero a nadie le extrañó que, en su última voluntad, donase una gran cantidad de libras a obras de caridad de la Iglesia local. Al fin y al cabo había obtenido alguna que otra prebenda de ella.

El resto de la herencia se repartió de la forma prevista por todos. La mayor parte se la llevó Harry, primogénito y nuevo patriarca. El resto de los hermanos mantendrían sus trabajos en los negocios familiares ––tiendas y servicios vinculados a la caza–– y cada nieto recibiría una cantidad razonable para sus estudios.

La única novedad ––por llamarlo de alguna manera–– consistió en que William, el nieto preferido, recibiría además un pequeño globo de oro cuyo valor ––según el notario–– no pasaba de unas cuantas libras ya que estaba prácticamente vacío. Aunque nadie había oído hablar nunca de aquel globo.

Así que la lectura del testamento no levantó ninguna suspicacia entre los familiares que siguieron sus vidas como de costumbre.

El pequeño William creció y sus estudios se centraron en la mitología de los bosques; especialmente, en los de su región. Un buen día encontró en un monasterio próximo una biblioteca oculta con algunos libros de mitología medieval.

Como los tiempos habían cambiado, el abad del monasterio no dudó en facilitar la lectura de dichos libros a William habida cuenta de su tradición familiar y que ya estaba cobrando cierta importancia en su especialidad.

En uno de aquellos libros apareció ––oh, sorpresa–– la leyenda de un pequeño globo de oro con una marca muy determinada. William recordó el regalo de su abuelo y fue a comprobar si tenía dicha marca.

Efectivamente, la tenía.

Este detalle le azuzó más aún si cabe para el estudio de la leyenda de aquel globo y, en un año aproximadamente, ya la tenía suficientemente documentada como para su publicación.

Pero esperó al baile de primavera de la región ––que ese año se realizó en los jardines del castillo de lord Wood–– para darla a conocer oficialmente. Todo el mundo se maravilló de la leyenda; sobre todo, cuando William presentó el regalo de su abuelo como comprobación de que la leyenda era cierta.

Entonces, ocurrió lo imprevisto. Un misterioso granizo cayó de forma repentina. No era novedad que granizase en aquella región en aquella época del año, pero sí que lo hiciera de una forma tan inusitada. Así que todos los invitados corrieron a guarecerse al castillo.

Cuando todo volvió a la normalidad, el globo de oro había desaparecido. La policía local no le dio demasiada importancia porque aquel globo no tenía mucho valor económico y su valor simbólico nunca fue muy tenido en cuenta.

Pero para William sí tenía un valor especial y comenzó una investigación por su cuenta con los conocimientos adquiridos durante el estudio de la leyenda.

El estudio y la investigación le llevaron a la conclusión de que aquel globo dorado era una realidad una brújula submarina relacionada tal vez con la Atlántida. No solo indicaba los puntos cardinales sino también el arriba y abajo, cuestión fundamental cuando se bucea a gran profundidad.

Actualmente ya hay instrumentos que realizan una función similar pero en la Edad Media podría suponer la hoguera para alguien que tuviera tal artefacto.

No fue sino por casualidad que William encontrase una nota en el escritorio del médico del pueblo más próximo al castillo donde se había realizado el baile de primavera que puso patas arriba toda su investigación aunque la leyenda se mantuvo tal cual.

Volvió a la biblioteca del monasterio con la clave de la nota encontrada y comprobó como ciertos druidas medievales tenían como herramientas globos similares.

Los druidas de la Edad Media son los médicos actuales. Así que William dio por bueno que algún médico asistente al baile de primavera sustrajo el globo de oro para ponerlo a mejor recaudo.

Ratonet, 726 palabras sin el título

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