
Ratonet estaba aterrorizado. Se enfrentaba al último episodio de un reto literario y el miedo a la página en blanco se había convertido en pánico. ¿Cómo meter quince palabras en un relato de unas quinientas cuando estaba acostumbrado solo a trescientas? Para colmo, la mayoría no tenían relación entre sí.
Pensó en recurrir a su querida musa, la lunita Qamar. Pero esta le contestó cuánticamente que esta vez no podría ayudarle. Los miedos son algo muy personal –siguió–. Mis miedos –y los tengo– no te podrían valer para ti… pero estaré a tu vera pase lo que pase.
Esto al menos le tranquilizó un poco pero la página seguía tan blanca como al principio.
Recordó la noche en que Qamar partió de viaje sin saber cuándo volvería. Entonces sí que el terror le recorrió su cuerpo como una serpiente que atravesaba su columna vertebral y cómo arrastraba su ánimo como alma en pena hasta el día en que volvió.
Desde entonces habían recorrido muchas aventuras y desventuras justos con mayor o peor fortuna pero siempre reconfortados por su mutua compañía. Esta vez no sería así. La compañía la tenía asegurada pero las aventuras y desventuras tenían que correr por su cuenta. También recordó las aventuras literarias en las que se había metido solo por su cuenta y que no tuvieron muy buen resultado. ¿Sería esta otra de aquellas?
Tengo recursos –se animaba a sí mismo–. Cinco años como bloguero tienen que suponer algo. Pero un blog es algo distinto: cuentas o imaginas cosas que tienen que ver con lo que te ha pasado y siempre tienes el recurso de la red para ver cosas parecidas o relacionadas.
¡Eso es! –sonrió con sorpresa–. Buscaré textos de terror y luego haré un mix con ellos. Pero luego recordó las palabras de Qamar sobre que los miedos son personales y se acabaría notando que aquel relato no era suyo.
Desanimado, dejó el reto para el día siguiente.
Al día siguiente tuvo una videollamada con su musa que había olvidado por completo el día anterior debido al terror antes mencionado y ni por asomo se le ocurrió hablar del tema de este reto. Todo estaba bien con su musa pero, al acabar la conversación, la página seguía en blanco. Y entonces… ¡ocurrió! ¿Por qué no contar el miedo de sus primeras páginas en blanco y por qué eso nunca se pasa?
Podría ser un sacrilegio literario decir que todavía tenía miedo a la página en blanco pero –qué caramba– él solo era un plumilla y se podía acoger a la osadía de la ignorancia.
Así que pensó en la fragilidad de una sacerdotisa inmoral que, cuando era niña, fue sometida por un jabalí obsceno durante una niebla infernal. Y por eso, su fragilidad se acabó convirtiendo en la mayor de las crueldades… O tal vez en el hacha que poseía cierta serpiente capaz de cortar lingotes de oro que la encumbró a lo más alto de un imperio ahora desaparecido de la memoria de los hombres.
O tal vez…
Y ahora sí… empezó el relato que estás leyendo en estos momentos.
Ratonet, 517 palabras sin el título
RetoLetrarium
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La relato que acabas de leer es mi propuesta de terror para RetoLetrarium cuyas condiciones de participación puedes ver aquí.
Muy ingenioso. Me gustó em microrrelato. Abrazos
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Muchas gracias. Me ha salido un poco por los pelos pero es que el terror no es lo mío… salvo cuando veo un gato cerca.
Besitos 😘
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