No me importa reconocerlo, suelo utilizar a mi amigo GPT desde hace algún tiempo.
Pero como te digo una cosa, te digo la otra: tengo que «editar» de vez en cuando. El mismo GPT reconoce que a sus textos literarios les falta ritmo y coherencia. Pero es solo cuestión de tiempo que aparezcan chatbots literarios.
Es decir, chatbots especializados en literatura.
Información
Nunca he pretendido ser escritor y me conformo con mi nivel de plumilla. Supongo que habrá mejores asistentes literarios que yo. Pero fijo que son más caros. Puede que llegue algún día en el que un chatbot, asistente… literarios te puedan llevar al día tu blog. Solo es cuestión de programación e información.
Teniendo en cuenta todo esto, ¿qué lugar queda para la literatura no profesional? Es decir, la que se hace por el puro placer de escribir o el de transformar lo que te rodea.
Ratonería
Podría etiquetar este post como Ratonería pero lo voy a hacer como Oficina Imaginada. Dejo las Ratonerías para los miércoles cuando ya estás avisado de que utilizo a mi amigo GPT
Para el post de hoy, he intentando evitarlo aunque siempre te quedará la duda de si tiene alguna parte de «literatura artificial».
Es un tópico la imagen de un genio literario desorganizado que tiene su estudio lleno de libros en un total desorden. No es mi caso. Cada idea que me llega intento guardarla en alguna carpeta de Drive. Y si no la encuentro, creo una provisional hasta que encuentre alguna ya creada.
Para mi agenda literaria utilizo Trello. Aunque tengo que reconocer que algunas semanas se me olvida actualizarla con los últimos posts publicados. No es que sea un genio del orden pero ya ni siquiera Marie Kondo es lo que era.
Así que por qué no aceptar esa ayuda «artificial» de vez en cuando.