Qué traes de no sé dónde (pudo haber sido así)

Este otro cuento pudo haber acabado así:

El arquero Fedor se negaba a partir sin su querida Milenka. Y tanto insistió que, al final, ella tuvo que contarle la razón de su plan.

– Querido, ¿no te das cuenta que el zar quiere desprenderse de ti para quedarse conmigo? A veces, pienso que los arqueros sois tan tontos como dicen los comentaristas de #Martes. Si no te lo quería contar era para que no cometieses una locura matando al zar.

Una vez tranquilizado Fedor, Milenka le desarrolló con más detalles cuál era su plan. Fedor, por fin, accedió.

arquero

Imagen vía Pinterest

El arquero se dirigió a la mañana siguiente al palacio del zar y le repitió palabra por palabra todo lo que le había indicado su mujer.

El zar, que estaba loco por Milenka, vio los cielos abiertos con aquella propuesta y no reparó en gastos; le dio todo lo que pedía. Pero le puso esta condición: no podría volver al palacio sin la encomienda que llevaba.

Fedor aceptó y cuando cargó todo en un carro, partió de viaje.

A partir de ese día, el zar comenzó a rondar a Milenka.

Cuando habían pasado un par de años de la partida del arquero, la insistencia del zar fue en aumento. Hasta que Milenka pareció ceder en última instancia.

El zar llamó al juez supremo para que diese por desaparecido al arquero y así poder casarse sin problemas con la bella dama.

Cuando todo estaba preparado, Milenka le pidió al zar que la dejara ir a un reino vecino, conocido por sus bellas telas y mejores sastres, para que le hicieran allí su traje de novia. Le insistió porque de hacerse el vestido en su propio reino, seguramente, alguien lo conocería antes de la boda.

De mala gana, aceptó el zar. Pero después de todo lo que había pasado hasta ahora, ceder en algo le parecía una forma de justicia poética. Como último favor, Milenka le pidió una gran cantidad de oro. No tanto para pagar el vestido, sino como una forma de probar el gran poder del zar. Cegado por la vanidad, también accedió.

Al día siguiente, la prometida partió al reino vecino con un pequeño séquito.

Tardaron un par de semanas en llegar y cuando llegó la noche, Milenka, a través de uno de sus conjuros, se puso en contacto en sueños con su querido Fedor. Esta vez, fue para urdir su propio rapto.

Cuando estuvo encauzado el tema del vestido y todo parecía normal, Milenka se escabulló de su séquito para encontrarse con Fedor. Fueron por el oro del zar y fingieron un rapto dejando una nota de rescate.

Cuando el séquito le comunicó lo acontecido al zar, este montó en cólera. Y aunque se le pasó por la cabeza que podría ser cosa de Fedor, no podía nacer nada porque estaba legalmente desaparecido.

Fedor y Milenka se pasaron la vida felices viajando de reino en reino y gastando poco a poco su fortuna para no levantar sospechas.

7 comentarios en “Qué traes de no sé dónde (pudo haber sido así)

    • ¿Pero qué veo por aquí? ¡Un hermoso salmón de Isla Imaginada!

      La verdad es que #Martes lo pone muy fácil. Da muchos datos y con ponerle un poquito cariño, sus cuentos pueden acabar de muchas formas.

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      • 😀 😀 😀 Hay personas que creen que tiene la joya de la corona. En mi caso, no hay problema. En primer lugar, porque mi literatura jamás será premio Nobel. En segundo lugar, porque me sobra imaginación para inventar más cuentos. En tercer lugar, porque es fantástico que se extienda la cultura cuentística cuanto más mejor. Y ya no sigo, pero se me ocurren unas 723 cosas más 😀 😀 😀

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