Este cuento viene de aquí.
Cuando el cuento entró en la librería, todo le recordaba a un rincón ratuno de lectura.
– Qué bien se lo deben pasar aquí los ratones.
Y es que todo cuento que se precie tiene que tener al menos un ratón o una mención de ellos.
La librería estaba regentada por una simpática anciana que formaba parte del consejo de ancianas de la comarca.
– ¿Qué se te ofrece? -le preguntó la librera.
Y el cuentito le contó su triste historia de que los niños ya no le leían.
– Espera, deja que te lea un poco… Pero si eres un cuento precioso… No sé cómo los niños no te quieren leer.
Y el pequeño cuento le refirió los gustos digitales de los niños actuales.
– Eso se puede arreglar. Pasemos al salón cuántico.
Continuará…
Puedes continuar este cuento por twitter con el hashtag #reciclacuento.
Cuento reciclado: Los primeros pasos https://t.co/GntBT4sr0S
vía @ratonbloguero #cuentuit #reciclacuento— #Jerby (@ratonbloguero) 17 de mayo de 2016
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Cómo se hizo
María Amorós te lo cuenta así.
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Montserrat, gracias por difundir.
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Reto de la semana
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🙂 Isla Imaginada tiene muchas ciudades de ratones. De hecho, creo que se debería hacer un estudio exhaustivo de las zonas donde NO hay ratones para ver que en contadísimos lugares no hay 😉
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#Martes, me parece que NO hay ratones donde no hay imaginación.
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😉 Donde no hay imaginación, solo hay tristeza disfrazada de oropeles. Nada interesante.
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Yo no lo podría haber dicho mejor.
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Y le habló de aquellos cuentos de antes, aquellos que habían pasado desde los tatarabuelos; historias de siempre, de hadas, de duendes, de ratones que traían regalos por un diente; de un tal Garbancito que era tan chiquitito que cabía en la palma de una mano, de la casita de chocolate…
Todos estaban bellamente encuadernados, con lindas ilustraciones de suaves colores…
Y el ratón dijo:
– Pero, señora librera, estos cuentos son un tesoro… Los niños no van a leerlos… Los romperían…
A lo que la librera, que era muy sabia, le respondió:
– Ratón, no hay que enseñar a los niños a leer cuentos sino a los adultos para que no olviden que un día fueron niños y recuperen la magia y puedan trasmitirla a sus nietos, a sus hijos… La imaginación no la han perdido los niños… La han perdido los mayores…
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Qamar, así es, estamos tan preocupados porque los niños aprendan las nuevas tecnologías que nos olvidamos de su mayor tesoro: la imaginación.
Y sin imaginación, no hay tecnología que valga.
Gracias por tu comentario.
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¡¡Precioso!! Tu relato nos devuelve la magia, ¡Gracias!
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Montserrat, pues ahora, hay que aprovechar esa magia para aplicarla al resto de las cosas que nos rodean.
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