El Ratón y la Luna Negra

Aproximadamente, cada cuatro semanas, se produce una luna nueva.

En las noches de luna nueva, el ratón no sale de su ratonera porque, como hay tan poca visibilidad, corre el riesgo de ser atrapado más fácilmente por sus predadores ya que algunos de los ellos están mejor preparados que él para la visión nocturna.

Pero hay en el año una o dos noches en las que la luna nueva se convierte en luna negra.

luna negra

Dibujo de Moisés (6 años)

Una luna negra se caracteriza por una oscuridad casi total pero con la paradoja de que las estrellas se pueden ver en todo su esplendor.

En esas ocasiones, al ratón no le importa correr riesgos. Sale de su segura ratonera y se dirige a tientas a un árbol que ha ido acondicionando poco a poco como un observatorio estelar. Sube por él y se coloca cómodamente para ver las estrellas.

Pero no deja de ser precavido en dichas ocasiones. Su observatorio estelar está rodeado de numerosos cachivaches que le avisan de cualquier aproximación de predadores. Pero en las noches de luna negra, son pocos los predadores que se atreven a salir ya que la oscuridad está al límite de su visión nocturna.

El ratón tiene una forma muy peculiar de ver las estrellas. Como no sabe por ahora construir un telescopio, simplemente, las agrupa según su imaginación. Y de esta forma, su pequeño mundo interior se refleja en el cielo estrellado.

Aunque a veces, tiene la sensación de que es al revés. Es decir, el cielo estrellado se refleja en su mundo cotidiano y eso le hace pensar. Pero ya sabes que los pensamientos de los ratones no tienen mucho recorrido. No van más allá de una noche y si es una noche de luna negra…

A la noche siguiente de la luna negra, el esbozo de la sonrisa de la luna vuelve todo a la normalidad y el ratón sueña de nuevo con sus estrellas y su luna.

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